miércoles, 22 de mayo de 2013

Esquina.

El ocaso se estiraba inescrutable
Y unos ordinarios imberbes se estiraban con él.
Las horas parecían tímidas; no querían pasar
Frente a nosotros, siempre habría un piropo
Para entusiasmar a dichas señoritas
Y así se quedaran en nuestras faldas.
Sin embargo, soeces versos articulábamos,
Y  las damiselas se atrevían a cruzar
Porque no éramos más que tipejos de esquina,
Filósofos de contrabando, traídos por algún "diler"
De crisantemos, que sin saber que hacer
Nos plantó en la tumba perfecta, entonando
Con el paisaje siniestro que el barrio ofrecía.
Nos transformamos en musgo, en líquenes
En Cardos, expropiando las panderetas
Agrietadas (al menos de algo servíamos)
Como guirnaldas húmedas del vecindario
Invernal.
Fuimos publicidad de pésima calidad,
Propaganda política, de esas que se cuelgan
En el alumbrado, de esas que la gente detesta
Por estar ahí, quizás en el único refugio que nos
Brindo la Pablo Neruda. Fuimos todo mientras se
Hacía la nada.
Pasaron las horas y no fuimos tras ellas,
¡Qué diablos! La esquina nos amamantó.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario