la cerradura gira,
la puerta se abre.
Ligeros pies se desplazan,
un golpe ciego contra la mesita de centro,
un golpe contra el sofá.
Los pasos callan,
la respiración se agita,
la manija de la puerta gira.
Glándulas sudoríparas inquietas,
pupilas que intentan palpar la oscuridad
y dos grandes ojos que me miran
entre las penumbras de la habitación.
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