Verlaine encausó el talento
del joven Rimbaud,
Mistral le presentó a Tolstoi, Chéjov y Dostoievski
al imberbe Neruda,
Borges le dio la oportunidad
al menudo Cortázar,
y tú...
Tú me enseñaste
que las manos podrán estar ásperas
pero siempre habrá literatura en la mesa.
(Gracias por todo viejo).
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